VIVENCIAS PREMIADAS EN EL XVIII PREMIO OROLA 2024

El jurado del XVIII PREMIO OROLA «FACER ESPAÑAS» cuyo tema monográfico es «Elio Antonio de Nebrija», tras las oportunas deliberaciones, resolvió los siguientes premios: (para leer las vivencias pulse sobre los títulos para abrir y cerrar el desplegable).

Primer Premio, y 5000 euros para OBRA, de Betsy y Elvira Balestrini Hernández, venezolana, residente en Madrid.

El jurado ha concedido el Primer Premio, dotado con 5.000 euros, a Betsy Elvira Balestrini por el valor literario de OBRA, una vivencia que consigue reflejar la proeza de Nebrija y la importancia de su obra, al dotar a la lengua española del orden y normas necesarios para encauzar toda su vitalidad, en el momento preciso de expandirse al otro lado del Atlántico y convertirse en una lengua global.

OBRA

Eran tiempos revueltos para la lengua española. Se escuchaban las voces de las palabras. Unas apocadas, otras lúcidas, otras volteadas por las gentes. Todo era intempestivo y desordenado. Aquellos sonidos atrapados en su pronunciación alteraban los modos en diferentes lugares de España. Lo enredaban todo. Grafías vacilantes, consonantes trastocadas, fonemas sibilantes, que si seseo o ceceo por aquí o por allá. Una correlación unívoca parecía inminente. La brisa renacentista soplaba hacia la península ibérica anunciando la llegada de un cambio. Todas las voces clamaban su presencia. El oficio debía ser compatible con lo moderno y descubridor para que el lenguaje transmutara, lo fragmentado encajara, las piezas se acomodaran. Un criterio nuevo. Lo hablado con lo escrito y lo escrito con lo hablado.

Sería una obra transcendental, con una visión clara y reformista. La lengua popular se hacía culta. Nacía la oración estructurada como un acto significante, formando líneas ordenadas para crear un registro. Era la causa de Nebrija, la de la lengua española. Las palabras se entrelazaban con afán desmedido. Ortografía, prosodia, etimología y sintaxis las relacionaban. Testimonio irrefrenable de originalidad. Certeza. El arte de hablar y escribir un lenguaje con categoría. Nebrija sería la impronta que navegaría los océanos para incursionar junto a Colón en otras tierras continentales, impulsando la lengua castellana de un momento histórico a otro. Una estampación conquistadora que «facería Españas» en América y una América que sería su caja de resonancia.

Segundo Premio, y 2000 euros para PIEDRAS Y PALABRAS, de M.ª Teresa Castaño Palacios, de Valladolid.

El Segundo Premio, dotado con 2000 euros, ha sido para la vivencia, PIEDRAS Y PALABRAS de Mª Teresa Castaño Palacios, de Valladolid. Esta evocadora vivencia nos sitúa al joven Nebrija en su tierra natal antes de emprender su formación y su obra.

PIEDRAS Y PALABRAS

Imagino al joven Elio recorriendo las calles empedradas de la ciudad. Recuerda su Lebrija natal y cómo le dio por sumar a su nombre de pila el Aelius, tomado de una lápida romana de su Nebrissa. Proyecta su juventud en las sombras cortas del mediodía, se ve ya hombre, sin saber que le queda mucho por madurar. Se percibe joven caballero andante del saber. Comerse el mundo.

Roma y Bolonia, la belleza de un verso de Juvenal, de Quintiliano, de Ovidio… y también el tosco tumulto del foro. Nebrija es humanista por excelencia. Paradigma de un Erasmo español. Obras que nos vienen a todos al magín, la Gramática castellana, las Introducciones latinas; un Galdós parido en el siglo XV, un cerebro privilegiado que, como tantas veces ocurre hoy, tuvo que salir de España y fraguar su mérito en Italia. Su espíritu de cambio traslada el Renacimiento italiano a la península ibérica. Él quería aprender la pureza verdadera del latín en Italia, por eso el estudiar en la Universidad de Bolonia.

En el untuoso silencio siente que, a pesar de la dureza de las piedras y su afán de permanencia, eran las palabras las que podían gozar del favor de lo perenne. Como intención, recuperar el latín culto de Cicerón menoscabado en favor del habla vulgar. Como sementera, un buen conocimiento de la lengua romance, la del pueblo, para evitar que se perdiera aquel latín. De profesión: gramático, sembrador de la lengua, germinador de las palabras.

¿Socorrer aquella memoria liberándola con sus antiquísimas palabras? Memoria de la desmemoria. Luego, tornar a la patria, donde nadie es profeta, y acabar con la lengua de los ingratos catedráticos de Salamanca. Y, si levantara la cabeza, darse cuenta de que la lengua es un producto diacrónico y que poco queda de aquellos años jóvenes.

Tercer Premio, y 1000 euros para PREGUNTAS DE UNA VIDA, de Lourdes C. Sifontes, de Caracas.

El Tercer Premio, dotado con 1000 euros, ha sido concedido a Lourdes C. Sifontes, de Caracas, por su vivencia NEBRIJA: PREGUNTAS DE UNA VIDA, un texto en el que a través de una serie de preguntas, Nebrija reflexiona sobre cuestiones que se le plantearon en su vida y que incluso a día de hoy no están resueltas y siguen de plena actualidad.

NEBRIJA: PREGUNTAS DE UNA VIDA

¿Por qué, Francisca, siento que al pasar los años habrá quienes digan que no exististe nunca, que no fuiste mi hija, que tu inteligencia es un delirio mío y de otros que te sueñan, que no es cierto que la Cátedra de Retórica se ilumina con tu voz, que habrá quienes crean que no eres esta «mujer que sabe latín», más y mejor que muchos o que todos?

¿Por qué acariciar el saber es tan ingrato? ¿Por qué este temblor de indagar en el cosmos, la medicina, las artes o las leyes es visto como signo de un temperamento ajeno a la palabra, si en verdad es la lengua la que permite organizar todo lo que intentamos conocer? ¿Por qué tanto estudioso que crea, escudriña el mundo y escribe sus pesquisas no suele ser reconocido con justicia como autor digno de vivir de su trabajo?

¿Por qué, si se ensancha el mundo, se estrechan las mentes? ¿Por qué los libros de mi maestro, Pedro de Osma, llegaron a la hoguera y él al destierro y a la abjuración pública? ¿Por qué mi suerte fue distinta ante la Inquisición? ¿Por los amigos, los reyes, Cisneros, Fonseca, Zúñiga?

¿Por qué tribunal u oficio alguno podría decidir lo que se escribe? ¿Por qué no dejar que en paz y al abrigo de las reglas que ordenan y preservan nuestra lengua los pensamientos nos llenen de preguntas?

¿Por qué no se comprende que un libro, si es volcado a una lengua desde otra, y
otra y otra, y se aleja de su escritura de origen, merece el respeto de ser revisado
a la luz de la lengua de su nacimiento?

Y, como declaré ante mis jueces: «¿Qué diablos de servidumbre es esta, o qué dominación tan injusta y tiránica, que no se permita, respetando la piedad, decir libremente lo que pienses? ¿Qué digo decirlo? Ni siquiera escribirlo escondiéndose dentro de los muros de tu casa, o excavar un hoyo y susurrarlo dentro, o al menos meditarlo dándole vueltas en tu interior»